La tarde se hizo larga.
Después del almuerzo, mientras la mayoría tomaba una siesta, algunas compañeras debatieron de política sindical y otras yerbas para terminar, una cosa lleva a la otra, recordando los tiempos de los abuelos ferroviarios, anarquistas, socialistas.
Cuando todas empezaron a despertar, volvió el canto, acompañado de fotos, mensajitos a los amores y una mala noticia: un micro de otras compañeras casi vuelca a la altura de Pacheco y decidieron volverse.
El chofer, hacindo las veces de Dj, nos quiso apaciguar nuevamente, pero esta vez con un compilado de románticos pegajosos. Pero nuestras voces volvieron a dar batalla con mucho folclore latinoamericano, algunos boleros y unos pocos blues de Pappo y Manal. También hubo baile con unas cumbias que sonaron a último momento.
Por fin pudimos abastecernos de una cuota de nicotina en Ceres, en la frontera entre Santa Fe y Santiago del Estero.
Ahora nos espera la cena en Pinto, para después intentar dormir hasta Jujuy.
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