(*)
No me perdí, no.
Ando por ahí, por allá, por aquí y tanto ando que casi casi que me quedo sin combustible para otras cosas que también me importan. Como este espacio, que es lo primero que relego frente a otras actividades...
En todos lados siguen pasando cosas dignas de contarse, y las historias aparecen y dan ganas de contarlas. Lo que no hay es tiempo.
En lo profesional y la militancia también pasan muchísimas cosas. Justamente es esto lo que me tiene más atareada. Ni siquiera tuve tiempo de contarles que “Mujeres Encontradas” se agrandó y ahora va de 13 a 15 hs.
Además, otra cuestión importante es mi vida privada. No tan privada, luego de recordar que varias publicaciones de este blog tuvieron que ver con él. Quien pasó a convertirse en el sol, las pilas, las ganas, la fuerza, la pasión, el amor y la paz de mi vida, me propuso convivencia. Y como Una aceptó, me mudo para Rosario.
Y no es fácil. No resulta sencillo decirle a compañeros/as de varios años que me voy. No les cae bien a las compañeras de radio que no esté todos los sábados al aire. Y no es fácil decirles a los nuevos conocidos, a los que logré unir poco a poco, a los que intento movilizar y poner la protesta en sus manos, que ahora se tendrán que empezar a manejar sin mí. No es fácil “abandonar” familia y amigas/os que te miran con carita compungida preguntándote “¿Y ahora cuándo nos vamos a ver?”.
No, seguramente, nada de esto es sencillo. Pero estoy tan plena de ganas con vistas al desafío que implica el todo nuevo que, en fin, lo sobrellevo. Y el amor, aunque suene cursi, también me completa, me empuja, me mueve y me carga de esperanzas y de ganas de hacer.
Creo que no es poco. Al margen de que varias de mis actuales tareas las podré seguir haciendo a través de la bendita internet.
Y como esto ya parece una página de un choto diario íntimo, les dejo una primicia exclusiva: antes de su publicación en el periódico digital “¡Y Qué!”, en el que colaboro, les paso una entrevista que le hice a Nora Giavedoni, de la revista “El ángel de lata”. No voy a repetirles que la publicación me fascinó desde el primer número que conseguí, porque creo que ya lo hice en un post anterior.
Así que los dejo con la lectura.
Disfruten, critiquen, aporten o lo que quieran.
------------
“Nosotros queremos contar otra historia”
“Delata: devela, descubre, denuncia y acusa”. Ese es el lema de “El ángel de lata”, la revista que desde hace más de seis años venden los chicos y chicas de la calle en la ciudad de Rosario. ¡Y qué! entrevistó allí a Nora Giavedoni, miembro de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), la ONG que proyectó y realiza esta publicación.
En la Plaza Pringles, en pleno centro de la ciudad de Rosario, funcionan las oficinas de “El ángel de lata”. Mientras Alejandro, con su bebé en brazos, intenta organizar la distribución de la revista, Lilian dará una nota para Canal 7. Otra mujer se sentará bajo un árbol para charlar con ¡Y qué! sobre los inicios y el presente de la publicación que los chicos de la calle se enorgullecen de vender.
Nora Giavedoni tiene 32 años y es miembro de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), una ONG que trabaja en la defensa de las personas privadas de su libertad, visitan cárceles y comisarías de la provincia de Santa Fé y, entre otras actividades, han llegado a tener que mediar en motines y otros conflictos. Por el año 2000, ella trabajaba con chicos en el Instituto de Menores de Rosario cuando surge la idea de la revista.
Nora Giavedoni: “El ángel...” fue una idea de Tomás [D'Esposito], El Tomy, que es el dibujante, de Mariana [Hernández] y de la Coordinadora. Estaba esa inquietud de laburar con los pibes, si bien nosotros más específicamente con las personas privadas de la libertad, o como dicen ellos, en situación de cárcel. Siempre hay una relación muy estrecha con el tema de los chicos que están en la calle. Primero porque cuando los chicos salían no teníamos mucho que ofrecerles para seguir teniendo un contacto, un vínculo con ellos. Por otro lado estaba esta cuestión de que la mayoría de los chicos que están en la calle también tienen familiares en la cárcel, esto de la penalización de la pobreza, que hace que se rocen permanentemente. Entonces surge la idea de “El ángel...” como para ofrecerles una alternativa a los chicos más válida que estar mendigando y la posibilidad de nuclearlos, porque en realidad a lo que aspira “El ángel...” también es a eso: unirlos para fortalecerlos.
¡Y qué!: ¿Qué es lo que hay más allá de la revista?
N.G.: En estos años hubo distintas actividades. Hubo talleres lúdico-creativos para chicos. Venían las chicas a la plaza y llevaban a la Biblioteca Argentina a chicos que nunca habían entrado a una, o que lo habían hecho para pedir, y que ahora entraban para jugar, para estar en contacto con los libros.
Después también se hizo un taller de radio y otro de cine. Además de alfabetización para adultos, que apuntaba a las mamás o a los más grandes que no estaban escolarizados para que puedan leer y escribir.
También se hacen mensualmente, de acuerdo a las necesidades que haya, reuniones de padres, de donde van saliendo algunas ideas y algunos parámetros para la gente que vende la revista.
Hubo un taller que hicimos para adolescentes para abordar un poco todo el tema de la sexualidad, sobretodo con las nenas. Siempre van apareciendo propuestas nuevas de talleres.
La idea es hacer otras cosas, tener espacios de encuentro y que los chicos sientan que “El ángel...” es mucho más que eso. La idea es fortalecerlos y hacerlos sentir parte de un todo que es “El ángel de lata”. Y eso se logra. Vos te das cuenta cuando ellos se quieren acercar a otra gente, cómo le ofrecen la revista a alguien que está vendiendo curitas y le dicen que venda la revista que es más linda.
¡Y qué!: ¿Por qué una revista y no sólo los talleres o actividades que hacen? ¿Cuál era la necesidad en cuanto a lo comunicacional?
N.G.: Está la necesidad de dar otra versión de las cosas. El pobre no es pobre porque quiere o el chico que está en la calle no está ahí porque el padre es un jodido hijo de puta que lo mandó a laburar para explotarlo. Hay un montón de mitos y de cosas que andan dando vuelta que uno tenía la necesidad de decir que no son tan así. Nosotros queremos contar otra historia y queremos que esta gente tenga un espacio donde contar su verdad.
Por otro lado nosotros entendíamos que no sólo alcanzaba con esto de los talleres porque acá hay una cuestión de fondo que tiene que ver con el trabajo infantil y con la explotación de los chicos y que es que hay que darles una solución también económica. A veces nos dicen que nosotros también contribuimos a que exploten a los chicos. Las políticas de estado no son responsabilidad nuestra y que los chicos sean sostén de familia es consecuencia de una política de estado, de una política económica de la cual nosotros no somos responsables. Pero así las cosas, ¿qué hacemos? ¿Nos rasgamos las vestiduras y decimos ¡qué horrible! lo vi al chico tirado en el piso pidiendo? No, le propongo formar parte de un proyecto en el que la revista sale $ 2 y $ 1,20 es para el que la vende, la mayor parte de la ganancia se la queda el que la vende, el que trabaja. Lo que los chicos devuelven es para reimpresión y para sostener la revista, no para otra cosa.
Y esto también es darles algo digno, porque para el chico no es lo mismo ir a pedir por favor que le compres no sé qué a que la gente vaya y le pida que le venda una revista. Y ellos sienten la diferencia, están vendiendo una revista donde salen las fotos de ellos o la historia de su mamá o donde ellos cuentan qué piensan de tal cosa, entonces la apropiación es otra.
¡Y qué!: Hay mucha relación con los chicos, ¿qué pasa con los papás y las mamás?
N.G.: Nosotros una de las cosas que pedimos es que haya un adulto cerca cuando el chico está vendiendo. La gente ve al nene, pero la mamá está en la plaza o en la parada, o vino el hermano mayor o lo trajo un vecino. Se trata de que al chico no lo manden solo. Cuando hacemos la reunión de padres se les exige que vayan, es una exigencia de la revista estar presentes.
Si bien “El ángel de lata” sale desde julio del año 2000, la publicación no tiene una frecuencia fija. Hasta el 2003 sólo se habían editado cinco números, sumando un total de 30.000 ejemplares vendidos. Desde hace un tiempo, lograron salir con mayor frecuencia y alcanzar una tirada de 20.000 revistas.
¡Y qué!: ¿Cómo fue el proceso de crecimiento?
N.G.: Cuando se empezó se tiraba algo así como 4 mil ejemplares. Nos costaba mucho el tema de la continuidad tanto por un tema económico como por la relación, porque en general no teníamos mucha relación con la gente que vendía. A veces uno que milita tiene una idea de la plata como algo sucio, entonces es medio hippie con las cosas que hace. Hay que entender que así los proyectos se van a la mierda, que si vos querés lo que estás haciendo lo tenés que defender inclusive de tu propia improvisación. Ser más duros nos costó un montón. Nosotros al principio se la dábamos a los chicos y después de vender la revista nos traían lo que nos tenían que devolver. Eso corrompe el vínculo, porque después el pibe por ahí no viene y es una cagada: por $ 2 después no lo veías más y a uno no le sirve porque tenés que sacar otro número y no tenés un peso. Y si encima te agarra el 2001 con la devaluación...
Después se estableció que la plata se pone antes: sale $ 0,80 y ellos la venden a $ 2, los $ 0,80 los entregan antes. Igual no es que nunca más se le dio a alguien y después la paga, pero ya hay una relación, no es lo mismo que antes que ni los conocíamos. Porque sino lo obligás al pibe a seguir con la misma dinámica: está acostumbrado a manguear, a pedir, a tirarse por el piso para poder obtener algo y vos seguís en la misma lógica y no da, entonces cambiamos eso bastante.
¡Y qué!: ¿Cómo manejan la distribución y la organización de las zonas por donde están los chicos?
N.G.: El tema de la distribución lo maneja bárbaro Alejandro, que la tiene re-clara porque él venía vendiendo la revista, labura en una parada de taxi acá cerca, sus hijos venden la revista, entonces ya hace una cantidad de años que está laburando con nosotros, conoce a toda la gente y está bueno porque puede ir viendo que se respeten los lugares. No es algo escrito, pero naturalmente se da que tal chico está en la puerta de Falabella u otro está en tal calle. Si hay chicos nuevos o si hay un hecho especial, se ve. Por ejemplo, cuando fue la feria del libro, todos querían ir al Patio de la Madera [centro de exposiciones de Rosario] a vender ahí. Entonces los organizamos por turnos, en grupos, para que puedan vender todos y a su vez no se estén pisando.
Subnota
El otro ángel
Para el visitante que viene de Buenos Aires, Pocho Lepratti, el militante asesinado por la policía al intentar defender un comedor popular durante los hechos de diciembre de 2001, es un símbolo de compromiso y de trabajo con los chicos y adolescentes de las capas más pobres de Rosario. Uno de los primeros números de “El ángel de lata” fue dedicado a ese otro ángel, el de la bicicleta.
¡Y qué!: ¿Qué tiene que ver Pocho Lepratti con todo esto?
N.G.: Cuando surge el proyecto de la revista, Pocho estaba trabajando en Barrio Ludueña con “La Vagancia” que es un grupo de ese barrio de zona norte y participó de las primeras reuniones. La revista recién estaba tomando forma, empezando a salir, cuando lo mataron a Pocho. Entre las distintas actividades que él hacía, uno de los proyectos era “El ángel de lata”.
¡Y qué!: ¿Dejó alguna impronta, algún camino a seguir para quienes hacen la revista?
N.G.: Sí, pero lo que pasa es que eramos toda gente que ya veníamos laburando en eso. Te miento si te digo que nos dejó la idea de laburar con los chicos, porque esas eran cosas que uno ya las venía mamando e incorporando desde hace mucho tiempo. Pocho era un compañero.
Queda mucha bronca por lo que pasó, hubiera sido lindo que él viera crecer el proyecto y hubiera podido participar de otras instancias, porque “El ángel...” no es hoy lo que era hace cinco o seis años.
Siento la bronca de que maten a un compañero. Lo que pasó con Pocho fue muy fuerte, pero nosotros igual tratamos de ser muy respetuosos de eso. Pocho era un tipo bárbaro, un compañero, ni más ni menos que eso, que no es poco.
Nosotros participamos también de la Comisión Investigadora No Gubernamental de los hechos de diciembre de 2001, por todos los muertos de diciembre. Siempre reivindicamos esta cuestión de pedir justicia por todos los muertos porque no fue porque sí, porque no fue casual y no se desbordó nada sino que había cuestiones muy puntuales y muy concretas, ordenes del gobierno de reprimir y de matar a alguna gente.
1 comentario:
Una... felicidades, vaya nomás a disfrutar el amor, que después de todo es lo único que tenemos para alimentar la usina. Y con lo que cuesta hacer un puto full, no es cuestión de andar desperdiciando los momentos gloriosos, no?
Publicar un comentario