5.1.07

La ley del deseo (*)

(*)

No me decidía a escribir mi primer post del año.
También habrán visto que no dejé saluditos ni deseos.
Es que si bien estoy bastante bien a nivel personal, no me ando sintiendo bien con el entorno. Todo huele a podrido a nuestro alrededor.
Y eso, a veces, roba las esperanzas.

Lo que van a encontrar más abajo es una nota triste. En realidad, no es triste la nota, sino la historia que en ella se relata. Pero es real lo sucedido, y eso debe ser movilizante para todas y todos.
Será que no quiero más Natalias, será que creo en el poder de la comunicación para cambiar las visiones o modificar ciertas formas de pensar. Seguramente por eso estudié periodismo...
Debe ser, seguramente, que creo que estos casos hay que difundirlos necesariamente, aunque duelan (o quizás justamente por esto), para hacernos cargo, para hacer algo al respecto, poco o mucho, pero algo.
Sólo eso, esa idea de que cualquier acción por pequeña que sea puede llegar a modificar algo de nuestro entorno, es la que me permite la recuperación de la esperanza, cargar las pilas y recuperar fuerzas para seguir con los brazos en alto.
Quizás ese, en el fondo, sea mi deseo para este año que ya empezó: no perder las fuerzas, continuar las luchas y que nada ni nadie nos obligue a perder las esperanzas.



Natalia
02/01/07
Por Carlos del Frade

(APE).- Natalia tenía tres años y murió por causas evitables aunque todavía se discuten cuáles fueron.
Natalia tenía tres años y formaba parte de una familia compuesta por su mamá y siete hermanos.
Nadie discute cómo vivía Natalia y su familia: mal. Apenas se las ingenian para gambetear la pobreza inventada e impuesta sobre ellos.
Pero sí se discute el motivo de su viaje a la pampa de arriba.
Para la policía del lugar, el municipio de San Vicente, en el Gran Buenos Aires, Natalia murió por un agudo cuadro de desnutrición.
Sin embargo, para las principales autoridades de la Secretaría de Salud Pública del municipio, la nena de tres años fue víctima de problemas bronquiales y descartaron cualquier síntoma de mala alimentación.
Incluso los funcionarios de Salud Pública de San Vicente abundaron ante los periodistas y les contaron que Natalia y los suyos iban los sábados y domingos a un comedor barrial, sin reparar en lo que sucedía durante los demás días de la semana.
Es curiosa la discusión sobre el “caso Natalia” de San Vicente. Porque es un triste debate casi sin sentido en torno a la muerte de la casi beba de tres años.
En ningún momento, ya sea los policías o los médicos, pusieron en duda la manera de vivir que tenía Natalia y su familia.
Como si la muerte fuera algo extraño a la forma de existir. Como si el final no tuviera nada que ver con el desarrollo y el origen de una vida.
Y es en esa pelea sobre las causas de la muerte donde aparece el encubrimiento, la careta con la que se disfrazan y ocultan las verdaderas razones del drama.
Natalia murió como consecuencia de la pobreza en la que vivía.
Y fue esa pobreza feroz la que le produjo desnutrición, problemas bronquiales, respiratorios y tantos otros trastornos que su cuerpito no pudo más.
La vida secuestrada por la pobreza impuesta la mató a Natalia.
Entonces la discusión debería pasar por las condiciones de vida de cientos o miles de pibes como Natalia, no solamente en San Vicente, sino en el país entero.
Debatir en torno a la muerte de una nena de tres años también produce impunidad sobre todos aquellos funcionarios que debieron modificar las condiciones de vida de las familias como la de Natalia.
Esa desidia acumulada que explota al final en una estúpida contrapartida de opiniones sobre la muerte de una piba de tres años demuestra la insensibilidad cotidiana, aquella indiferencia que profundiza la agonía sembrada por la pobreza impuesta.
Natalia no murió como consecuencia de sus últimas horas, sino como resultado de la condena de ser pobre desde el nacimiento.
Hay que explicar la vida y no la muerte, hay que cambiar lo cotidiano y no actuar dolores cuando casi nada tiene sentido.
Natalia tenía tres años y no aguantó más la tortura de la pobreza impuesta.
De eso se trata, de hacerse cargo de la vida, de la historia cotidiana. Ese es el tamaño de la deuda interna argentina.

Fuente de datos: Agencia de Noticias Anpress 27-12-06

5 comentarios:

anais dijo...

Cuántos años tiene la mamá de Natalia?
Quería la mamá de Natalia tener tanto hijos?
Estaba el cuerpo de la mamá de Natalia en condiciones para tener tantos hijos?
Está en condiciones para tener más hijos?
Quiere la mama de Natalia tener más hijos?

Mi pregunta sigue sin respuesta.
El dios bueno y justo de los misioneros noe stá en San Vicente, barrio en el que alugna vez, mne gustaría tener mi casa con pinos...

María Petraccaro dijo...

Anaís, hacés preguntas justísimas, que añaden otro punto más de análisis a la situación.
Ambas sabemos que, justamente, son las mujeres las que más sufren la pobreza, por estas cosas, por ejemplo.

Seguimos viendo en qué lugares no está, San Vicente tampoco. ¿Lo encontraremos alguna vez en algún lado?

PD: me hiciste acordar a la "casa con 10 pinos". Pero cuenta la leyenda que estaba un poco más acá, por Longchamps.

PUPITA LA MOCUDA dijo...

Muy movilizante esta historia de lo cotidiano, de la vulnerabilidad de tant@s, de todas las cosas que se sepultan en la memoria, que se traga la máquina de olvidar argentina y ya a cinco años de esos enaradecidos días de diciembre y su aciago resultado de impunidad (una vez más ...)
Muy lindo tu blog. Leí en el de anais que te gusta la murga. Te invito a visitar estos espacios:
http://www.sostenganquenacemos.blogspot.com (mi blog)
http://ar.groups.yahoo.com/group/dalemurga/ (foro murguero)
http://www.fotolog.com/dalemurga (red de fotologs murgueros)
Besos, Pupita

anais dijo...

1919 Enero 2007
No nos olvidemos de la SEMANA TRAGICA

María Petraccaro dijo...

Pupita:
Gracias por pasar, por lo que decís y por los datos que me pasás.
Te cuento que me gusta la murga pero lamentablemente no tengo mucho contacto con el mundo murguero, vivo en el gran Buenos Aires y por mi barrio no tenemos murgas (o al menos yo no las conozco). Sí me gusta mucho toda la movida que hay en Capital. Además mi hermano vive ne Paternal, barrio que me encanta, y muy murguero, por cierto.
Prometo visitar los blogs que recomendás.

Anais: no, no me olvido de la Semana Trágica. Lo nombramos en la radio, pero no tuve tiempo de poner nada acá, veré si puedo en estos días.